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75 años del Real Zaragoza

SEVERINO REIJA, EL DEFENSA MODERNO

El Real Zaragoza de los años 50 tuvo una de las mejores defensas que se recuerdan: Torres, Alustiza y Bernad, con Perico Lasheras o Enrique Yarza en la portería. Los niños la recitaban de memoria, igual que la obligatoria lista de los reyes godos. En la temporada 59 / 60, el equipo se hizo con los servicios de un delantero cabeceador, procedente del Ferrol, Marcelino, y de un medio de largo recorrido que presentaba una credencial importante de goles con el Deportivo de A Coruña, Severino Reija, oriundo de Lugo, donde había nacido en 1938. Debemos recordar que en aquella campaña también se incorporaron al club los hermanos Lapetra. Nadie discutía ni el poderío ni la profesionalidad de Bernad: era un defensor contumaz que había dado un excelente resultado en La Romareda y en el viejo Torrero, pero fichó por el Arenas con 30 años.        

Severino Reija se convirtió en titular indiscutible desde su llegada, honor que no perdió hasta su retirada, una década después. Aunque aquella no parecía su demarcación natural, el jugador se adaptó a la perfección al territorio del zurdo y conjugó a las mil maravillas las tareas defensivas con las de ataque. En cierto modo, Reija se anticipó a la figura del carrilero que toma metros y metros hacia adelante y hacia atrás, y juega con rigor en retaguardia y con osadía arriba, con las virtudes de un extremo que corre, apoya la jugada, regatea y aún tiene ínfulas y resistencia para tirar el pase de la muerte, una de las virtudes del nuevo fichaje. Con modestia y entrega, Reija no se alejaba demasiado de otros grandes laterales europeos como el alemán Schnelinger o el italiano Facchetti.
        
En las primeras campañas, el Zaragoza pasaba con más pena que gloria: solía quedarse en medio de la tabla, pero de inmediato comenzaron a llegar los éxitos: el club, arropado por la clase de Seminario, la resolución de El pulpo Murillo y la dirección magistral de Carlos Lapetra, fue dos veces tercero, dos veces cuarto y quinto en tres campañas; se transformó en un elenco temido y respetado que practicaba un balompié de fantasía. Los entrenadores, uno tras otro (Ochoa, César, Ramallets, Daucik, Roque Olsen, Luis Hon, Luis Belló, etc.), confiaban en él absolutamente; hubo un momento en que la defensa formó con el turolense Torres, apodado El expreso de la banda, Alustiza y Reija; luego con Cortizo, Rodolfo y Reija, trío conocido como la retaguardia gallega, y en algún otro momento con el paraguayo Benítez, otro extremo adaptado a la defensa que falleció siendo jugador del Barcelona, Rodolfo o Alustiza y Reija, hasta que se llegó a la zaga mítica de Los Magníficos con Cortizo primero (hasta aquel injusto incidente con el teatral Enrique Collar) y luego Irusquieta, Santamaría y Reija.
        

No vamos a contar de nuevo el éxito apabullante de Los Magníficos, pero sí debemos recordar que aquella escuadra para la memoria no sólo fue una delantera excepcional, sino que había otras figuras: la sobriedad de Yarza, la clase de País, el trabajo incesante de Isasi y Pepín, el desdoblamiento y la calidad de Violeta, la firmeza de Santamaría, Cortizo e Irusquieta. Y Reija fue siempre una de las principales estrellas, y a su manera un jugador moderno, que se aproximaba al fútbol total, de defensa y ataque continuos. Buena prueba de ello son esas diez campañas en Primera División como titular indiscutible, y sus dos campeonatos Mundiales con la selección, desde 1962 hasta 1967. Debutó en Viña del Mar, en el Mundial de Chile, ante Checoslovaquia y abandonó el equipo nacional en la Eurocopa en 1967 también ante Checoslovaquia. Participó en un total de 19 encuentros --esos son los que hemos contabilizado en el libro La selección a través de sus crónicas de Bernardo de Salazar (El País Aguilar, 1996); Javier Lafuente y Pedro Luis Ferrer en su libro del Real Zaragoza le atribuyen 20--: primero apeó del puesto a Isacio Calleja e hizo esperar turno a Canós del Elche y a un emergente Eladio del Barcelona. Era superior a todos ellos en rapidez, tesón (conviene recordar que le otorgaron el trofeo a la Furia), ambición y frialdad si la ocasión lo exigía; aunque era un lateral de ataque --nervio, sacrificio y talento--, también hizo grande méritos como marcador versátil.         

Fue un jugador de gran personalidad, que imponía su sensatez y su profesionalidad dentro y fuera del terreno, hasta el punto de que lució el brazalete de capitán tanto en la Selección como en el Zaragoza. Los Magníficos marcaron una época de fútbol espectacular y conjuntado: jugaban de memoria, adivinaban los movimientos del compañero, exhibían una enorme gama de variaciones técnicas, y si no acertaba uno culminaba otro: siempre aparecía la cabeza de Marcelino, o si no el regate, la zancada y el disparo del mediapunta Villa, la organización y el virtuosismo de Lapetra, la velocidad casi eléctrica de Canario, la labor tenaz de Santos o la internada por sorpresa de Severino Reija. Dos Copas del Generalísimo, dos finales perdidas ante el Barcelona (Reija, castigado, no llegó a jugar. Tampoco pudo participar por lesión en la final de la Eurocopa de 1964 ante la URSS) y el Atlético de Madrid, y la mítica Copa de Ferias, con Luis Belló como entrenador, subrayan una trayectoria impresionante. Fue reconocido en Europa (Helenio Herrera dijo maravillas de él en los tiempos en que era entrenador del Inter de Milán) y se enfrentó a los mejores jugadores del momento: Eusebio, Van Himst, Banks, Sarti, Horvath, Emmerich, Uwe Seeler, Bobby Charlton, Mazzola y Riva, entre otros.
        

Cuando rondaba los 30 años y con cerca de 350 partidos en su haber, con el equipo en proceso de renovación, Reija se retiró y se afirmó al frente de un elogiado negocio de ropa.
 

2 comentarios

tu nieta -

hola llalo

Carlos -

Hola, Antón:

Excelente artículo dedicado a Reija. Muy completo y muy interesante todo lo que dices. Estoy preparando un libraco sobre la historia del fútbol gallego y rastreando los pasos de Carriega por el Zaragoza he tenido la suerte de encontrarme con tu blog. Con tu permiso, voy a utilizar parte de la información que ofreces sobre Reija. Y tomo nota del volumen de Bernardo Salazar, que no conocía.

En un Diario de Pontevedra de septiembre de 1963, época, por tanto, del "hai que roelo", cuando el Pontevedra militaba en Primera División, aparece una crónica del partido contra el Zaragoza (1-1) jugado ese fin de semana. El periodista habla de los gallegos Reija, Cortizo y Marcelino, y refiere que en Zaragoza a Reija se le conoce como "el hombre de goma". Le pregunta al futbolista la razón de su alias y con mucha retranca gallega Reija responde: "Debe de ser porque siempre estoy en el suelo, como la pelota".

En fin, Antón, muy bueno tu blog. Felicidades. Por cierto, que leí un libro tuyo, la recopilación de cuentos "Los seres imposibles". Lo hice cuando salió en Destino, hace ya unos años, así que no puedo decirte mucho. Guardo un buen recuerdo de su lectura, eso sí.

Un cordial saludo